María Juliana Ruiz Sandoval

Primera Dama de la Nación


Saludo cariñoso, con admiración a todas las mujeres Cafam, a las que hoy están presentes y a las que, a lo largo de estos años, en la entrega de este Premio, han sido una inspiración para tantas otras en todo el Territorio Nacional. A Cafam, al Premio Cafam, muchísimas gracias, de verdad, es un verdadero honor. Es un inmenso honor para mí acompañarlos esta mañana en que el poder de la Mujer Cafam para transformar, para inspirar, para construir, se ve expresado en 29 mujeres extraordinarias. En 29 mujeres que tienen una vocación de servicio social admirable y que, además, hoy, al verlas aquí sentadas, nos permiten celebrar la maravillosa diversidad de nuestro país.

Gracias y felicitaciones.
Hoy nos reencontramos, nos volvemos a ver de manera presencial después de dos años que estoy segura, han traído consigo profundos aprendizajes para todos. Dos años en donde a pesar del dolor que nos ha dejado la pandemia por el Covid-19, muchos pudimos redescubrir lo más valioso que tenemos en nuestro ser, nuestra humanidad.

Y es que eso confirmo yo al verlas a ustedes, al conocer sus historias y es la fortaleza de su liderazgo, de ese liderazgo que lleva un sello de solidaridad, un sello de compasión, pero sobre todo una característica, una condición suprema que es servir y ayudar para el bienestar colectivo en todo el territorio nacional. 

Todas las mujeres Cafam miles de mujeres a lo largo y ancho de Colombia, han sido mi motivación, han sido mi inspiración y han sido mi fortaleza para seguir adelante, para trazar un norte y para no desfallecer, para liderar con cariño, con ganas, con propósito social. Lo he hecho desde una visión holística, quizás ambiciosa, pero que hoy nos permite hablar de resultados efectivos, concretos y positivos que fue ver al ciudadano en su contexto de curso de vida.

Por eso, inicié desde el trabajo del despacho con esos dos roles, dos responsabilidades que identifiqué que permite el rol de primera dama: de convocar y de ser vocera. Un trabajo enfocado en las distintas etapas de ese curso de vida de los cero y los seis años, Colombia tiene una tradición inmensa, reconocida, importantísima, del trabajo que se hace por la primera infancia.

Y en ese sentido, quise seguir trabajando por los niños, por los más pequeñitos de nuestra ciudadanía; por las madres gestantes, por los bebés que llevan vida en sus vientres; por los niños de 0, 1, 2, 3, 4, 5 y 6 años con un foco primordial que era la nutrición concebida desde un punto de vista muy personal, y en la nutrición en cuerpo y alma.

Eso nos permitió y me permitió a mí, de manera directa, liderar programas encaminados a todo lo que tuviera que ver con el fortalecimiento de la capacidad de apropiar micronutrientes en esas edades, de fortalecer la cadena que comprende la seguridad alimentaria en nuestro país y asegurar con esto que estos niños forman y desarrollan sus capacidades cognitivas en igualdad de condiciones, a partir de los micronutrientes que apropia, y en el eje de la nutrición del alma.

El poder enfocar mi esfuerzo en una premisa que se convirtió en una causa nacional, y en la cero tolerancia a cualquier forma de abuso, maltrato, violencia hacia niños, niñas, adolescentes y jóvenes de nuestro país. Porque estoy convencida que los niños que se desarrollan a plenitud desde sus capacidades cognitivas en un entorno que les protege, en un entorno que les da seguridad y sobre todo amor y cariño, serán ciudadanos capaces de explotar al máximo sus condiciones, sus habilidades, esos talentos para las dos cosas esenciales de la vida en comunidad, para las dos cosas que considero fundamentales para el desarrollo y el futuro de Colombia.


Y es la productividad, pero sobre todo, la felicidad de una vida plena, de una vida que nos permita ser conscientes como individuos que hacemos parte de un colectivo que se llama Colombia. Una sociedad maravillosa que tiene mucho por aprender, mucho por perfeccionar, pero que ha dado pasos enormes en el desarrollo de sus capacidades humanas, en ese proceso que abarcaba extender la oferta que se venía realizando en el país hasta los seis años, incluyendo la adolescencia y la juventud.

Logramos cosas extraordinarias, cosas que desde el Gobierno se fueron desarrollando, como crear la Consejería Presidencial para la Niñez y la Adolescencia, y la Consejería Presidencial para la Juventud, de tal manera que se le daba esa visión completa, complementaria y coordinada, no solamente desde el Estado, sino en la transversalidad de lo que implica trabajar con la academia, con el sector privado, con la cooperación internacional, con las fundaciones y organizaciones, en ese concepto de curso de vida, de llevar a los niños de la mano a una transición armónica en su adolescencia y en, finalmente, apoyarlos y aportar todo lo que esté a nuestro alcance para detonar sus habilidades, sus capacidades y sus talentos.

Y con eso seguro que algunos han oído de los programas como Sacúdete, que hoy hace presencia en todo el territorio nacional y que beneficiará a más de 550.000 jóvenes entre los 14 y los 28 años para el final de este año, y que además cuenta con infraestructuras y metodologías que comparten algo fundamental y es el conocimiento que hoy enriquece nuestros territorios a partir del conocimiento que acercan las oportunidades a ese extraordinario potencial que existe en la juventud de nuestro país en cualquier rincón de Colombia.

No me quiero extender contándoles esos programas, esas estrategias, esas acciones, esos pasos recorridos por el territorio en donde he dejado y he recibido amor, en donde he dejado y he recibido gratas y grandiosas experiencias para mi vida. Espero haber dejado al menos un granito de amor en la vida de otros, porque quiero definitivamente concentrarme en el reconocimiento de lo que significa el liderazgo femenino.

Por eso no me equivoco al afirmar que las colombianas somos referentes del poder de la mujer líder, de la mujer que genera y que promueve el bienestar colectivo; de la mujer que lidera, porque conecta el corazón de la mujer que, a través de su liderazgo, une incluso territorios por encima de sus diferencias. De ese liderazgo que se ejerce para sanar, para apoyar, ese liderazgo que se ejerce para proteger como lo han hecho ustedes. 

Y eso tiene una característica fundamental en la mujer colombiana y es que es un liderazgo que se ejerce a partir de la fortaleza, de ese liderazgo, y es el combinar la nobleza con la valentía, es el combinar la compasión, la solidaridad, combinar el servicio genuino con el coraje. Gracias a ustedes por dejar en alto la esencia de la mujer colombiana. 

Yo, definitivamente, creo que este premio es un reconocimiento excepcional a esa esencia de la mujer colombiana, a ese valor inigualable que tenemos, y a ese exponente de nuestra esencia humana. Ustedes dejan en alto el nombre Colombia, como todas las mujeres que trabajan día a día en beneficio de sus comunidades porque logran algo extraordinario y es pasar de la apatía a la acción para ayudar.

Gracias por ayudar a lo largo y ancho del país a ser una mejor sociedad.
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