Por ello, acepté con orgullo y amor la invitación para escribir este prólogo. Lo hago con un gran sentido de responsabilidad y de humildad, el mismo sentido que tuve cuando el año pasado, en la 33 entrega del Premio, recibí la Mención Especial otorgada por los miembros del Jurado Nacional. Es imposible que ante esa terna de mujeres que han pasado y las que faltan por venir, uno no recuerde que este poder de las mujeres es de lo que estamos hechas y que se manifiesta en lugares donde a veces parece que no hay más esperanza.
El Premio Cafam a la Mujer es mucho más que un reconocimiento, es algo que nos motiva a seguir haciendo, a seguir trabajando y nos ayuda a formar una red de mujeres que nos inspiran, nos empoderan y que no conocen los límites cuando se trata de ayudar a los suyos. Los suyos son sus hijos, sus amigos, su comunidad, su país… los suyos somos usted y yo.
Recomiendo recorrer las páginas de este libro sabiendo que no volverá a ser la misma persona una vez mire a estas mujeres a los ojos, conozca su historia y la huella que dejan en el mundo. Lo sé, porque esto es exactamente lo que sucede en el marco de las ceremonia de entrega del Premio. Entrar en el Teatro Cafam, cuando alberga a las candidatas al premio, es una lección de vida, porque lo que nunca deja de sorprender es que, si bien estas mujeres se han puesto en una posición de ayudar a alguien que lo necesita, son mujeres que han visto la cara más dura de la adversidad. Su resiliencia y generosidad hace que uno admire aún más cada una de las acciones.
No me queda más que agradecer a Cafam por, históricamente, ser una organización que honra a la mujer y el inconmensurable trabajo que ponen al servicio de sus comunidades. Son un gran aliado a todo el desarrollo del país y eso es algo que jamás olvidamos.
María Carolina Hoyos Turbay
Presidente
Fundación Solidaridad por Colombia